… En el caso de Rob Verf advertimos un interés hacia determinadas configuraciones visuales que se articulan con los procesos orgánicos, alquímicos y constructivos de los cuerpos. En obras tempranas como Jism Spurted (2002) o Mujer orinando (after Rembrandt) (2006), el artista intenta desentrañar y dar a ver las estructuras internas que sostienen las materialidades físicas, destacando las líneas basales del volumen. Mediante el uso de maderas finas y pintura se van articulando formas en el espacio que denotan su interés por las dinámicas internas de los cuerpos y sus interrelaciones con los mecanismos biológicos. Conversión y metamorfosis. Las expresiones audiovisuales de Verf se perfilan hacia la modificación de la materia mediante un proceso experimental. En el concierto de Music of sense, el artista presentó el video Blanco olfativo (2015). El color blanco resulta de la interacción de otros blancos, en este caso, a partir de una metamorfosis continua donde las pelotas de telgopor generan formaciones irregulares que estimulan pequeños oleajes en un medium aceitoso. En esta ecuación nace una tensión sugestiva que combina la reacción química de los cuerpos flotantes al desplazarse en el líquido espeso y pringoso, y los sonidos que acompañan estos movimientos. Los deslices blancos sobresalen en la marea viscosa, se siente curiosidad por saber su composición, cuál es el aroma, que torna tan resbaladiza a la emulsión. Ebulliciones, aureolas, reflejos, granulados, globos, porosidades. La invasión blanca termina por acaparar las formas emergentes y cubre con un manto espumoso las pelotas que rondan y titilan en ese pequeño espacio. ¿Cómo percibimos estos episodios, cómo leemos la experimentación con estos elementos orgánicos en estado de ebullición o disgregación interceptados por melodías armoniosas y serenas? Y si se trata de darle forma al gusto, ¿cómo se materializa visualmente el saber amargo? Es el desafío de Rob Verf. En La expresión de un sabor amargo (2015), un conjunto de esferas transparentes, translúcidas como el hielo, sucumben tiritando ante una superficie rugosa dorada. Un espacio lunar, planetario que nos transmite una sensación de acidez, hostil y chirriante, que se potencia con los sonidos de tuberías, de cavernas acuíferas o canales donde circulan otros líquidos. Los fondos dorados resumen una operación alquímica de conversión, los elementos prosaicos y oleosos se tornan brillantes y cobijan las pequeñas pelotas que vibran sin cesar. La escena empieza a ser inquietante cuando el observador espera que suceda algo más, pero los cuerpos redondos siguen ahí, sin correrse demasiado. Hay una tracción que los hace esforzarse para proseguir en ese terreno inestable. Finalmente, La creación de un cuerpo (2016) despliega los procesos de integración y posterior decantación entre diferentes ingredientes. Aceites, telgopores, restos de alimentos hervidos, se unen y separan para registro del pasaje de un estado a otro. La impresión que provoca ese cúmulo de fluidos vira del rechazo a la atracción y se complementa con el sonido de fondo, una música casi celestial que nos conduce al descanso, una calma paradójica en relación a las configuraciones visuales. Un giro inesperado observamos en el video de 2017, Tentación. Se trata de un ojo, enorme, centrado, sumergido en una superficie lunática e imperturbable bajo la equis gigantesca que domina el espacio. Alrededor, agitadas, van y vienen numerosas esferas transparentes. De pronto un azul intenso domina la escena. Las esferas están agrupadas por delante del globo y comienzan a acecharlo, voltean, giran y luego desaparecen. Y él sigue allí, inmutable. El ojo permanente nos recuerda por un lado al panóptico foucaultiano, por otro a la insistencia merleaupontiana sobre la visión. Merleau-Ponty prestó atención especial a la Gestalt, subrayando la naturaleza interactiva de la percepción. Según lo desarrolla Martin Jay, investigador de los regímenes escópicos en distintos períodos históricos, para Merleau-Ponty el principio gestáltico de la percepción era un continuo, esto es, “la experiencia visual subjetiva y su redescripción científica formaban en última instancia parte del mismo orden de significación”. No solo eso, para el filósofo francés la percepción se articula tanto con el pensamiento racional y científico como con la imaginación artística, y este dispositivo de percepción se sustenta en un cuerpo que es vidente y visible a la vez. En el video de Verf, todos estos supuestos entran en acción: las imágenes que se suceden forman parte del proceso de lectura del observador, y simultáneamente ficcionan el mecanismo de percepción, de este gran ojo que activa de manera prolongada el fenómeno visual. Otra zona de la obra de Rob Verf se ocupa precisamente de los efectos ópticos y percepciones. Micromundos amarillos construidos con restos de plásticos, hilos, celofanes, varillas, esferas minúsculas. Todo ese conjunto desemboca en la Serie Collage en 3D (2016-2018), constituida por obras de pequeño formato que sugieren hologramas. Las intrigantes imágenes simulan explosiones de pigmentos sobre láminas de plástico superpuestas. Líneas nerviosas, líneas curiosas marcan rastros de movimientos discontinuos, vemos una insistencia en el uso de sustancias densas y pastosas como ungüentos, mezclas oleosas y concentradas. Todo este arsenal visual aparece mediatizado por pequeñas pantallas semitransparentes amarillas: amarillo oro, amarillo limón, amarillo trigo, amarillo fuego, amarillo blancuzco. En las tres pequeñas pinturas Luz dentro de un desnudo leyendo una carta, Luz dentro de un desnudo mirando a la luna y Luz dentro de un desnudo en una ventana abierta (2013), los dispositivos ópticos se materializan a través de las variaciones del mismo pigmento. Rojos furiosos, rotundos y dinámicos parecen explotar sobre fondos oscuros y se cruzan con finas líneas. La luminosidad se traduce en el blanco que atraviesa la superficie cromática y crea efectos visuales de intenso movimiento. Esa captura de lo luminoso cobra intensidad en La solidificación de la luz (2018), donde se resumen en formaciones orgánicas pequeños cuerpos que aparecen suspendidos en una atmósfera clara y sutil, con cierta reminiscencia a sus esculturas. Estas dimensiones nos sumergen en el imaginario icónico creado por Verf, quien incorpora en estas obras sus propias experiencias y vivencias corporales, según lo señala: Dos temas son una gran fuente de inspiración en mi trabajo. Uno comenzó después de mis investigaciones sobre el reflejo de la luz en el interior de un objeto, utilizando un microscopio electrónico de barrido (SEM) muy potente en el Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de Texas en Austin (EE.UU.). El otro proviene de un episodio de esclerosis múltiple que tuve hace años y del control anual que tengo que llevar a cabo con escáneres de resonancia magnética. Estos dos eventos fueron un disparador para cambiar mi posición y percepción sobre cómo visualizo el mundo. Para mí, lo que me rodea siempre ha estado en relación con un estado de ánimo: cada momento se construye mediante múltiples situaciones incontables.